Nuestra mente es una maravillosa herramienta desconocida. Pensar y actuar es lo mismo para el cerebro. Por eso es posible tratar lesiones motoras engañando al cerebro con un espejo o con realidad virtual.
Nuestra mente es una maravillosa herramienta desconocida:
En nuestro cerebro, la red frontoparietal, que une los lóbulos frontal y parietal, asume diversas funciones, desde la planificación y la ejecución de movimientos hasta la rotación mental (la habilidad de rotar las representaciones mentales de los objetos bidimensionales y tridimensionales), desde la atención espacial a la memoria de trabajo.
La memoria de trabajo es un constructo teórico relacionado con la psicología cognitiva que se refiere a las estructuras y procesos usados para el almacenamiento temporal de información (memoria a corto plazo) y la elaboración de la información.
La cuestión que intriga a los científicos es cómo es posible que esta única red pueda realizar funciones tan dispares.
Neurocientíficos de la Universidad de Ginebra (UNIGE) y de los Hospitales Universitarios de Ginebra (HUG) proponen una hipótesis original: todas las funciones cognitivas reposan sobre una función central, la emulación, según explican en un comunicado.
Creando una imagen dinámica y abstracta de los movimientos, la emulación permitiría al cerebro reforzar sus competencias motoras, así como forjar una representación precisa y duradera. La red frontoparietal habría evolucionado desde una red que controla únicamente la motricidad, hacia un sistema más general como es la emulación.
Terapias multimodales
Esta hipótesis, formulada en la revista Trends in Cognitive Sciences, explicaría por qué las personas que sufren una lesión en este sitio concreto del cerebro presentan secuelas que afectan a numerosas funciones que a priori no tienen ninguna relación. De confirmarse esta hipótesis, permitiría terapias multimodales para personas con determinadas lesiones cerebrales.
Numerosos estudios de imagen funcional muestran que la red frontoparietal se activa por tareas muy diferentes. Ocurre con las actividades motrices, como asir algo con la mano, pero también cuando se efectúan movimientos oculares. También se activa cuando ningún movimiento está implicado, o si uno cambia la atención o efectúa un cálculo mental. Todo implica la participación de la red frontoparietal.
Para explicar cómo esta región cerebral está implicada en tareas tan diferentes, los investigadores han tratado de establecer la relación entre la motricidad, el aprendizaje motor y el desarrollo de la cognición en el ser humano.
El aprendizaje motor (AM) se define como el conjunto de procesos internos asociados a la práctica y la experiencia, que producen cambios relativamente permanentes en la capacidad de producir actividades motoras, a través de una habilidad específica.
“Existiría un proceso común a todas estas tareas que los científicos hemos llamado emulación”, explica uno de los investigadores, Radek Ptak. Este proceso, que consiste en planificar y representar un movimiento sin llegar a realizarlo, activa la red frontoparietal de forma idéntica a si se realiza el movimiento.
“Nosotros proponemos la hipótesis de que el cerebro va incluso un poco más lejos: utiliza estas representaciones dinámicas para realizar funciones cognitivas cada vez más complejas, más allá de la mera planificación de los movimientos”, añade Ptak.
Imaginar para curar
Los estrechos vínculos entre las funciones motoras y cognitivas se ponen de manifiesto en el desarrollo del niño: el bebé aprende manipulando cosas con las manos. Y a la inversa, el esquiador que repite mentalmente la trayectoria antes de lanzarse a la pista de nieve, verá que mejora su marca. Este periodo de preparación permite de esta forma hacer un descenso más justo y preciso.
El mismo principio explica igualmente por qué las personas que sufren lesiones en la red frontoparietal tienen problemas para realizar tareas motoras y cognitivas. Esto permite explorar cómo utilizar las funciones cognitivas para rehabilitar las funciones motrices perdidas.
Por ejemplo, la utilización de espejos en las personas hemipléjicas (que tienen la mitad lateral de su cuerpo paralizada) permite engañar al cerebro haciéndole creer que la mano del lado lesionado funciona todavía. Esta imagen, falsa porque en realidad se trata del reflejo de la mano funcional, permite mejorar las capacidades motrices reales.
La realidad virtual, que permite disociar la percepción según el daño que se trata de curar, es una herramienta que los científicos de Ginebra están usando cada vez más.
No obstante, Ptak se muestra prudente: “debemos continuar nuestras investigaciones para obtener datos sólidos sobre su eficacia. Más que nueva, esta técnica tiene una ventaja: a nuestros pacientes les gusta y la aceptan voluntariamente. Esto sólo puede ser positivo para el resultado de la terapia.”
La hipótesis propuesta ahora se basa en numerosas observaciones y abre interesantes perspectivas, según los investigadores. Más allá de las posibilidades terapéuticas, plantea otras cuestiones sobre los orígenes de la cognición de manera general: si este principio de emulación permite hacer generalista una red en principio especializada en la gestión de la motricidad, ¿cómo puede a su vez transformarse la cognición? Para los investigadores, este debate va para largo.
(Fuente: www.tendencias21.net/Pensar-y-actuar-es-lo-mismo-para-el-cerebro_a44019.html).
-Un equipo de investigadores ha sido capaz de reconstruir imágenes de la cara de una persona a partir de lo que el cerebro ve cuando la mira. La imagen obtenida por este sistema es idéntica a la original. La recreación se consiguió mediante algoritmos que replican la actividad de unas 200 células del encéfalo del observador.
Un equipo de investigadores ha obtenido imágenes precisas de caras de personas a partir de la actividad de ciertas células de zonas concretas del encéfalo (la parte central del sistema nervioso) de macacos mientras miraban fotos de las caras de esas personas.
Los investigadores mostraron fotografías de caras humanas a macacos y a continuación analizaron la respuesta de cerca de doscientas células cerebrales de las regiones implicadas en el reconocimiento facial. Después utilizaron las señales para recrear la cara mostrada en la foto.
Para interpretar la actividad cerebral, el equipo definió cincuenta dimensiones distintas que componen un rostro reconocible, utilizando parámetros como la distancia entre los ojos, el ancho de la línea del pelo, así como características no basadas en las formas, como el tono de la piel.
El equipo mostró a continuación las imágenes de dos mil caras a los animales y registró la actividad resultante en doscientas cinco neuronas de las zonas cerebrales implicadas en el reconocimiento facial.
Los investigadores fueron capaces de desarrollar algoritmos de la actividad de las células cerebrales implicadas en el reconocimiento facial y de recrear así imágenes de las caras observadas por los macacos.
Cuando la imagen inicial se situó junto a la reconstruida se hizo palpable que eran prácticamente idénticas. Solo fueron necesarias ciento seis células de una zona y noventa y nueve de otra para recrear el rostro con precisión.
Descifrado el código encefálico de la identidad facial
Los resultados de esta investigación se publican en la revista «Cell, donde los investigadores afirman haber descifrado el código encefálico de la identidad facial.
Este trabajo proporciona la primera hipótesis específica de cómo la respuesta de las neuronas implicadas en el reconocimiento facial en la corteza cerebral es utilizada por las células cerebrales para formar recuerdos de individuos que hemos visto antes, señalan los investigadores.
Los investigadores explican que, aunque la cantidad de caras posibles es infinita, todas pueden describirse con solo cincuenta dimensiones. Sugieren que cerca de doscientas neuronas codifican las distintas características de una cara. Pero cuando se combina toda la información de cada neurona, el encéfalo del macaco es capaz de reconstruir una imagen clara de la cara de alguien.
Las relaciones estrechas entre primates permiten suponer que el encéfalo humano podría funcionar mediante un mecanismo similar. El primer autor del artículo, Steve Le Chang, sugiere que la investigación apunta a la posibilidad de codificar otros objetos mediante sistemas de coordenadas sencillos similares a este.
«Una consecuencia práctica de nuestros hallazgos es que ahora podemos reconstruir una cara que un mono está viendo mediante el control de la actividad eléctrica de sólo 205 neuronas de su cerebro. Uno puede imaginar aplicaciones en la medicina forense en la que uno podría reconstruir la cara de un criminal analizando la actividad cerebral de un testigo, dice la autora principal, Doris Tsao, en un comunicado.
(Fuente:www.tendencias21.net/Recrean-imagenes-de-caras-replicando-la-actividad-neuronal-del-observador_a44014.html)
-Las neuronas del cerebro forman estructuras geométricas multidimensionales para procesar información, que se deshacen súbitamente al tomar una decisión. Existen decenas de millones de cuerpos geométricos con 7 dimensiones en un pequeño segmento del cerebro y en algunas redes de neuronas estas estructuras geométricas tienen hasta 11 dimensiones, según un estudio.
Un nuevo n nuevo estudio desarrollado en el marco del proyecto Blue Brain ha descubierto que las neuronas forman estructuras geométricas de hasta 11 dimensiones para procesar información y que estas estructuras desaparecen súbitamente una vez que se toma una decisión.
Este estudio, publicado en Frontiers in Computational Neuroscience, proporciona la primera concepción geométrica de la forma en que se trata la información en el cerebro, según se explica en un comunicado.
Los autores de esta investigación han descubierto que las neuronas forman cuerpos geométricos multidimensionales cuando un grupo de neuronas se agrupa en una especie de camarilla o pandilla para responder a un estímulo externo.
Cada neurona se conecta a las demás de la misma camarilla de una manera específica que genera un objeto geométricamente preciso. Cuantas más neuronas hay en una camarilla, mayores dimensiones tiene el objeto geométrico.
Hemos descubierto algo que no imaginábamos, explica el director del Blue Brain Project, Henry Markram. Existen decenas de millones de estos cuerpos geométricos multidimensionales con 7 dimensiones en un pequeño segmento del cerebro y en algunas redes de neuronas estas estructuras geométricas tienen hasta 11 dimensiones, añade.
Para descubrirlo, los investigadores crearon un microchip del cerebro de una rata compuesto por 31.000 neuronas y 8 millones de conexiones, que representaba el modelo de funcionamiento del cerebro del roedor a partir de datos psicológicos.
Realizando experiencias virtuales con este microchip, los científicos pudieron describir de manera cuantitativa la organización geométrica de las neuronas a partir de objetos matemáticos multidimensionales, pudiendo observar de una forma inédita las respuestas de las neuronas a estímulos provocados por los investigadores.
Las neuronas se organizan de forma abstracta
De esta forma constataron que las neuronas se agrupan por parejas dentro de un núcleo de tres o cuatro parejas, confirmando así las observaciones experimentales realizadas en laboratorio sobre pequeñas muestras de tejido cerebral de la rata. Pero al mismo tiempo se dieron cuenta de que las células nerviosas formaban grupos más amplios que unían hasta ocho neuronas en el microchip virtual.
La representación matemática de estos pares de neuronas se asemeja al juego “tres en raya”, en el que las neuronas se representan por puntos y las conexiones (sinapsis) por las líneas. Cada línea señala la dirección en la que la señal se desplaza de una neurona a la otra.
El número de neuronas de una familia determina la forma de la camarilla, de tal forma que dos neuronas vinculadas forman una línea recta, tres neuronas un triángulo, cuatro neuronas una pirámide tridimensional sólida, mientras que cinco neuronas y más construyen poliedros de más dimensiones, de tal forma que la camarilla compuesta de ocho neuronas corresponde a un poliedro de 7 dimensiones.
(Fuente: www.tendencias21.net/El-cerebro-crea-estructuras-geometricas-para-tomar-una-decision_a44013.html).
-Investigadores japoneses han conseguido descifrar los pensamientos humanos con la ayuda de la Inteligencia Artificial, las redes neuronales artificiales y el aprendizaje profundo. Han creado un decodificador capaz de tomar patrones cerebrales, de compararlos con imágenes de una base de datos y de identificar lo que una persona ve o imagina con alta probabilidad de éxito.
Investigadores japoneses han recurrido a la Inteligencia Artificial para descifrar lo que una persona piensa o imagina, consiguiendo así un significativo avance en la comprensión del pensamiento humano y de los mecanismos cerebrales que lo sustentan.
Descifrar el contenido de los pensamientos humanos es una vieja aspiración de la ciencia y de hecho ya se ha conseguido en anteriores trabajos interpretar lo que una persona ve, recuerda, imagina o sueña.
Por ejemplo, tal como informamos en un anterior artículo, otro equipo de científicos japoneses consiguió en 2008 reconstruir en una pantalla de ordenador imágenes directamente tomadas de la actividad del cerebro.
En un experimento llevado a cabo con dos individuos, éstos miraron 440 imágenes diferentes en una pantalla, mientras se medían, con tecnología de exploración magnética funcional, las diferencias sutiles en los patrones de actividad cerebral de sus cortezas visuales.
A partir de esta información, posteriormente los investigadores consiguieron “adivinar” las imágenes que los individuos veían, utilizando una tecnología que las reflejó en la pantalla.
Limitaciones previas
Sin embargo, ésta y otras investigaciones anteriores han tropezado con límites difíciles de superar, dado que el contenido del cerebro humano es único para cada persona y que la creación de catálogos de modelos de pensamientos, es difícil de conseguir.
Además, estos modelos deben ser combinados con un pequeño número de imágenes pre programadas, una etapa que necesita numerosos procedimientos en los que los participantes en el experimento deben sufrir largos y costosos test de imagen por resonancia magnética de sus respectivos cerebros.
Sin embargo, la Inteligencia Artificial ha venido al rescate de estos conocimientos previos, según explican el profesor Yukiyasu Kamitani y sus colegas de la universidad de Kyoto en un artículo publicado ahora en Nature Communications, del que se informa en un comunicado.
Su equipo ha descubierto que la actividad cerebral de un individuo puede ser descifrada y traducida a señales comprensibles usando redes neuronales artificiales, un modelo computacional basado en neuronas creadas en laboratorio que funcionan de forma parecida a las neuronas de los cerebros biológicos.
Las redes neuronales artificiales usan técnicas algorítmicas convencionales para crear programas informáticos capaces de aprender y de solucionar problemas difíciles, como en el caso que nos ocupa, la interpretación de los pensamientos humanos.
Es posible
Lo que descubrieron los científicos japoneses es que la actividad cerebral de una persona puede ser descifrada y traducida a señales reconocibles por las redes neuronales artificiales, siempre que imágenes idénticas se presenten a la vez a un ser humano y a un ordenador.
Para conseguirlo se han apoyado específicamente en el aprendizaje profundo, una técnica de la Inteligencia Artificial basada en aprender mediante representaciones de datos.
Los científicos japoneses aplicaron la arquitectura de una red neuronal profunda (DNN) para superar anteriores investigaciones relacionadas con el descifrado de los pensamientos, sueños e imaginaciones humanas, con resultados sorprendentes.
«Hemos probado si un patrón de señal DNN descifrado de la actividad cerebral se puede utilizar para identificar objetos vistos o imaginados” por una persona, explica Kamitani. «El decodificador toma patrones de redes neuronales y los compara con datos de imágenes de una base de datos grande. Y ciertamente, el decodificador puede identificar (lo que una persona ve o imagina) con alta probabilidad de éxito», añade.
En el marco de esta investigación, los científicos japoneses comprobaron asimismo que las áreas visuales inferiores y superiores del cerebro son mejores en descifrar las capas de la red neuronal, revelando así una homología entre el cerebro humano y la red neuronal creada por los científicos.
Ahora, Kamitani espera mejorar la precisión de la identificación de pensamientos: «acercar la Inteligencia Artificial a la ciencia del cerebro podría abrir la puerta a nuevas interfaces cerebro-máquina, y tal vez incluso acercarnos más a la comprensión de la conciencia humana», concluye.
(Fuente:www.tendencias21.net/Consiguen-descifrar-los-pensamientos-humanos_a43990.html).
-El cerebro utiliza el conocimiento que posee de experiencias pasadas para realizar predicciones inteligentes sobre lo que pasará en el futuro inmediato. Por ejemplo, si vamos a cruzar una calle transitada, nuestro cerebro acelera la velocidad a la que viene el coche, para ofrecernos una percepción exagerada del riesgo y nos sobre tiempo si decidimos lanzarnos al asfalto.
El cerebro cerebro utiliza experiencias pasadas para anticipar el futuro, permitiéndonos así afrontar situaciones peligrosas o imprevistas, según un estudio publicado en la revista Nature Communication.
Los autores de este estudio, de la Radboud University en Países Bajos, han descubierto que cuando anticipamos un evento, lo visualizamos automáticamente a velocidad rápida, por lo menos dos veces más deprisa que la velocidad real del objeto, según se explica en un comunicado de la citada universidad.
Por ejemplo, si vamos a cruzar una calle transitada, nuestro cerebro acelera la velocidad a la que viene el coche, para ofrecernos una percepción exagerada del riesgo y nos sobre tiempo si decidimos lanzarnos al asfalto.
Los autores de esta investigación consideran que la visión humana es muy detallista y tiene más resolución que la que ofrecen otros sentidos, como el oído o el olfato. Sin embargo, la velocidad de circulación de la información es relativamente lento, ya que hacen falta al menos 200 milisegundos para llevar la información desde los ojos al cerebro, y más concretamente al córtex visual. Un milisegundo corresponde a la milésima fracción de un segundo.
Eso significa, según los investigadores, que el cerebro examina constantemente el pasado reciente para extraer la información, por ejemplo, de la velocidad a la que viene un coche. Y esa capacidad de vivir una décima de segundo en el pasado, puede significar la diferencia entre la vida y la muerte de un peatón atrevido.
Lo que destacan los investigadores en su estudio es que nuestro cerebro habría desarrollado un medio de anular ese lapso en la percepción, ese período de tiempo en el que vive en el pasado. Y lo consigue haciendo constantes predicciones sobre eventos futuros.
Aunque las leyes físicas conocidas son inexorables, el cerebro utiliza el conocimiento que posee de experiencias pasadas para realizar predicciones inteligentes sobre lo que pasará en el futuro inmediato.
Metodología
Para conocer cómo el cerebro anticipa movimientos futuros, los investigadores pidieron a 29 participantes observar en una pantalla una secuencia de puntos. Los participantes visionaron 108 veces la secuencia de puntos, mientras se balanceaban de izquierda a derecha o al revés en medio segundo. Después de observar las sesiones, los investigadores descubrieron que los cerebros de los participantes podían anticipar con precisión los movimientos que iba a realizar cada punto.
A continuación los participantes fueron invitados a ver secuencias aleatorias, algunas como las anteriores, pero otras con el punto desplazándose a través de la pantalla, mientras otros sólo mostraban el principio o final de la secuencia.
A través de la imagen por resonancia magnética funcional a la que fueron sometidos los participantes, los investigadores pudieron determinar además la actividad neuronal que se desarrollaba en los participantes durante estos procesos, analizando el flujo sanguíneo en ciertas zonas del cerebro.
En la medida en que los participantes observaban a los puntos saltar en la pantalla, una parte correspondiente al córtex visual se iluminaba en cada etapa. Pero si sólo podían ver el punto de partida, se activaban las mismas partes del cerebro, que de esta forma completaba la trayectoria hipotética del punto anticipándose dos veces más rápido a la secuencia real de los puntos.
Evitar un atropello
De esta forma pudieron constatar que nuestro sistema visual puede anticipar la trayectoria de un objeto al menos dos veces más deprisa que la trayectoria real, lo que nos da tiempo para anticipar la trayectoria y actuar en consecuencia. Por ejemplo, evitar un atropello.
En realidad, el cerebro no ve el futuro, sino que utiliza experiencias pasadas para construir precepciones futuras, precisan los investigadores.
«Nuestros resultados muestran que formamos expectativas acerca de los próximos eventos, y que la corteza visual puede completar una secuencia con información parcial de un objeto en movimiento».
La corteza visual predice estos eventos, incluso cuando la atención está en otra parte, según los investigadores. El hecho de que la predicción de eventos sea independiente del estado de atención, sugiere que refleja un proceso automático, añaden.
Matthias Ekman, uno de los investigadores, señala que su experimento se simplifica en comparación con la vida real, si bien sus resultados pueden decirnos cómo anticipamos eventos futuros en un mundo en constante cambio.
«Nuestra corteza visual puede predecir constantemente eventos que ocurren a nuestro alrededor a diario: los brazos giratorios de un molino de viento, o cómo atrapar la pelota que se mueve hacia nosotros,» explica.
También considera que, además del córtex visual, este proceso de anticipar el futuro inmediato implica al hipocampo, una zona cerebral ligada a la memoria, implicado asimsmo en la anticipación del futuro.
(Fuente:www.tendencias21.net/El-cerebro-es-capaz-de-anticipar-el-futuro_a43977.html).
-Un grupo de científicos ha descubierto que los recuerdos inducidos por estimulación eléctrica cerebral no siempre son reales, estables o autobiográficos, sino que su contenido varía en función de la zona del cerebro que se estimula. También ha determinado que la red de la memoria sólo puede ser activada en determinadas zonas específicas del cerebro.
Un grupo de científicos ha descubierto que los recuerdos inducidos por estimulación eléctrica cerebral no siempre son reales, estables o autobiográficos, sino que su contenido varía en función de la zona del cerebro que se estimula.
También han determinado que la red de la memoria sólo puede ser activada en determinadas zonas específicas del cerebro, según un artículo publicado en Neuroscience and Biobehavioral Reviews, del que se informa en un comunicado.
Hasta ahora, la estimulación eléctrica cerebral ha resultado eficaz para tratar pacientes epilépticos y conseguir la recuperación de recuerdos. Pero estas memorias del pasado conseguidas de esta forma son escasas y además no han sido bien estudiadas.
La estimulación transcraneal con corriente directa es una tecnología de estimulación cerebral que aplica una cantidad pequeña de corriente eléctrica a un área específica del cerebro a través de electrodos colocados externamente sobre el cráneo.
Lo que ha hecho esta nueva investigación es analizar el contenido, la localización y los parámetros de estimulación eléctrica cerebral en todos los recuerdos inducidos de esta manera durante 80 años, consiguiendo de esta forma las claves que permiten acceder a las redes de nuestra memoria.
Las estimulaciones eléctricas cerebrales de baja intensidad se aplican en tratamientos previos a la cirugía en pacientes epilépticos, con la finalidad de determinar la conectividad y los límites de la red epiléptica, y también para establecer el papel funcional de las estructuras cerebrales estimuladas, antes de la operación. Estas estimulaciones son indoloras para el paciente.
Sorprendentemente, estas estimulaciones cerebrales a veces originan reminiscencias, provocando diversos recuerdos inconexos en los pacientes, en los que se mezclan diferentes lugares, sonidos y situaciones.
Una terapia cuestionada
Wilbur Penfield, neurocirujano canadiense, fue el primero en inducir este tipo de reminiscencias en los años 30 del siglo pasado y posteriormente se han reproducido durante las últimas décadas por diferentes equipos médicos.
Según Penfield, estos recuerdos inducidos corresponden a experiencias pasadas de las personas, que son evocadas por las estimulaciones eléctricas, convirtiendo a la zona cerebral estimulada en un magnetófono de los recuerdos.
Aunque se ha aceptado desde siempre que estos recuerdos inducidos son estables y reales, hasta ahora ninguna investigación había profundizado en su contenido, algo necesario si se quiere comprender las rutas de la memoria y los mecanismos que la modulan a través de las estimulaciones eléctricas.
Por este motivo, los autores de esta investigación revisaron 80 años de literatura científica relativa a las reminiscencias inducidas por estimulación eléctrica cerebral, a los que añadieron datos obtenidos en sus propias investigaciones.
En total dispusieron de 273 recuerdos inducidos, cuyo contenido fue exhaustivamente analizado según los modernos conceptos de la memoria, algo que nunca antes se había realizado.
Según la teoría de Penfield, esta búsqueda debía proporcionar una mayoría de recuerdos autobiográficos, ricos en detalles y correspondientes a la integridad de una experiencia única vivida.
El revés de la trama
Sin embargo, no fue eso lo que ocurrió. Los investigadores observaron por el contrario una amplia variedad de recuerdos que cubrían todos los aspectos de la memoria a largo plazo, incluyendo recuerdos de sueños. La mayoría eran pobres en detalles, con muy pocos recuerdos autobiográficos.
Estos resultados desmienten que los recuerdos inducidos por estimulación eléctrica sean estables, sino que sugieren que más bien se trata de un neuroritmo. Aunque estos recuerdos siguen siendo excepcionales, los resultados de este estudio sugieren que la memoria de los recuerdos podría ser activada de manera predecible por una estimulación eléctrica.
Efectivamente, los investigadores han demostrado que la red de la memoria sólo puede ser activada en determinadas zonas específicas del cerebro que se estimulen eléctricamente y, no menos importante, que el contenido de los recuerdos depende de la localización de la estimulación.
Un descubrimiento que completa otro anterior relacionado también con los recuerdos, del que informamos en otro artículo. Según esta investigación, de 2004, las zonas del cerebro que utilizamos para percibir o imaginar objetos se superponen de tal forma que un hecho únicamente imaginado puede dejar en nuestra memoria la misma marca que un hecho realmente ocurrido.
Esta constatación permite que nos resulte difícil, pasado algún tiempo, determinar si nos hemos imaginado alguna situación determinada o si, por el contrario, la hemos vivido realmente. Algo parecido a lo que ocurre con los recuerdos inducidos.
(Fuente: www.tendencias21.net/Los-recuerdos-no-son-necesariamente-reales-aunque-lo-parezca_a43975.html).
Conclusión:
-Pensar y actuar es lo mismo para el cerebro
-Recrean imágenes de caras replicando la actividad neuronal del observador
-El cerebro crea estructuras geométricas para tomar una decisión
-Consiguen descifrar los pensamientos humanos
-El cerebro es capaz de anticipar el futuro
-Los recuerdos no son necesariamente reales, aunque lo parezca
Queda claro y es más posible hoy comprender ciertas habilidades de algunos humanos que significaban fabulerío. A medida que avanza comprobando hechos nuestra joven ciencia, demuestra que los dichos de los antiguos, tenían una base real y no era solo imaginería.
La humanidad va abriendo los ojos a una nueva realidad. Y el atraso en sus respuestas quedan evidenciados.
Tal vez la humanidad olvide y vuelva a re descubrir las maravillas de sus posibilidades ocultas.
Tal vez algún día dejemos de refutar sin sentido y nos aventuremos a la libertad de ser y saber.
El conocimiento oculto solo ha generado pequeños grupos de saber.
Esperemos que la verdadera ciencia asome junto a la verdad, para una humanidad más sabia.