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Escribí cuando estás rechiflado

Escribí cuando estás rechiflado. Le decía una psicóloga a una amiga. Y es verdad. Es sanador y aliviana el alma y si además nos queda bonito, que placer mayor podemos tener ! Porque escribir libera. Escribír cuando estás rechiflado: Cuando nadie miraba, cuando no conocía la vida, sueño, cuando no puedo más.

Escribí cuando estás rechiflado
Escribí cuando estás rechiflado

Escribí cuando estás rechiflado

El conocimiento de sí mismo que brinda la escritura  puede convertirse en un importante elemento de sanación y cura. Un lugar donde soltamos todo lo que sentimos, sea dolor, placer, bronca, pensamientos, alegría y felicidad.

En mi caso he escrito estando enamorado y me han salido poesías que jamás hubiera pensado podría llegar a escribir, porque cuando uno se deja llevar por los sentimientos y su Ser, alcanza y logra objetivos, realmente sorprendentes. Porque todo tipo de arte nos conecta a la fuente a través de nuestro Yo Superior y al Universo mismo donde todo lo Es. Eso amigos es lo que debemos lograr en consciencia, ese es el camino hacia la gloria que tanto buscamos, la de la iluminación de nuestro Ser.

Así el arte, es la llave mágica que nos abre todas las puertas, no importa que área del arte elijamos. Por eso escribí y escribí todo lo que sientas.

En algún lugar de En busca del tiempo perdido, Marcel Proust asegura que escribir es una suerte de exploración que el escritor realiza por su propio interior, un descenso casi dantesco que se cumple un tanto inadvertidamente conforme la escritura nos sume en ese sopor que nos conduce de forma suave, casi narcótica, en nuestro mundo interior. No te guardes nada, escribí.

a. Escribí cuando estás rechiflado: Cuando nadie miraba, cuando no conocía la vida, sueño, cuando no puedo más.
No es casualidad que los surrealistas encontraron en la escritura automática uno de sus métodos predilectos para la creación literaria, pues en buena medida la escritura está hecha de inconsciente, esa materia prima que generalmente yace ahí, semioculta, y que surge sólo en circunstancias especiales, cuando soñamos o cuando hablamos (paradójicamente) sin pensar, pero también cuando comenzamos a escribir y nos dejamos llevar en el torrente de nuestro pensamiento, nuestras asociaciones, nuestros recuerdos, incluso nuestros equívocos.
En “Notas sobre poesía”, José Gorostiza caracterizó así dicha exploración:

Desde mi puesto de observación, así en mi propia poesía como en la ajena, he creído sentir (permitidme que me apoye otra vez en el aire) que la poesía, al penetrar en la palabra, la descompone, la abre como un capullo a todos los matices de la significación. Bajo el conjuro poético la palabra se transparenta y deja entrever, más allá de sus paredes así adelgazadas, ya no lo que dice, sino lo que calla. Notamos que tiene puertas y ventanas hacia los cuatro horizontes del entendimiento y que, entre palabra y palabra, hay corredores secretos y puentes levadizos. Transitamos entonces, dentro de nosotros mismos, hacia inmundos calabozos y elevadas aéreas galerías que no conocíamos en nuestro propio castillo. La poesía ha sacado a la luz la inmensidad de los mundos que encierra nuestro mundo.

Escribir de esa manera, como un ejercicio de conocimiento de sí mismo, puede considerarse: una forma de cura, una terapia y quizá cabría decir que una práctica de sanación. Con cierta frecuencia, los problemas de nuestra psique son fruto: de la ignorancia que tenemos con respecto a nosotros mismos. Nacemos en un mundo preexistente, arribamos cuando las cosas ya están hechas, la realidad ya tiene un aspecto definido.  Nos formamos en una cultura que no elegimos, con valores ya conceptualizados y orientados hacia determinadas posibilidades de acción. Un sistema que tiene su propia lógica, sus permisos y también sus prohibiciones.

Y todo eso se va hilando poco a poco en una hebra en la que eventualmente ya no es posible distinguir aquello que una vez nos enseñaron a llamar verdadero o aceptable. Por otro lado, aquello cuya veracidad o aceptabilidad quisiéramos descubrir con nuestros propios recursos. Las narrativas se cruzan, se encuentran, se superponen y se confunden. Un coro de voces nos dicta qué hacer o qué no hacer, qué desear y qué no. Pero… ¿y nuestra voz? En buena medida, ese es el beneficio medular de la escritura. Cuando se emprende como ese método de autoconocimiento, escribir puede mostrarnos la hebra de nuestra propia narrativa en medio de todas aquellas que se volvieron parte de nuestro ser a veces sin que así lo quisiéramos.

Queda alguna duda?: Escribí!!

Escribir, por otra parte, es un ejercicio que al menos en un primer momento no requiere más que de voluntad, tiempo y algunos recursos materiales mínimos: lápiz, papel, una computadora quizá. Un motivo inicial, que puede ser cualquiera, desde un recuerdo de infancia hasta la descripción de eso que sucede en el instante mismo en que decidimos escribir. Y a partir de entonces, si tenemos disposición, continuar. La escritura no es una práctica exclusiva de unos cuantos, y mucho menos sus cualidades terapéuticas. Cualquiera puede escribir, en el sentido más amplio del verbo.

b. Escribí cuando estás rechiflado: Cuando nadie miraba, cuando no conocía la vida, sueño, cuando no puedo más.
“Ser feliz significa poder percibirse a sí mismo sin temor”. Eso escribió Walter Benjamin en Dirección única. La felicidad, con cierta frecuencia, surge cuando podemos reconocer quiénes somos con suficiencia y tranquilidad. Cuando conocemos nuestra identidad en los componentes que la integran. Cuando abrazamos nuestras limitaciones y nos miramos cara a cara con el deseo más profundo, más personal. Que da movimiento a nuestra vidas. Entonces, como observó Benjamin, no hay ningún temor de percibirnos a nosotros mismos, porque nos conocemos. Quizá, ser felices es posible, acaso inmediato, una consecuencia inevitable y ni siquiera buscada. Sino que únicamente ocurre, naturalmente.(Walter Benjamin)

Todo el arte

En la vida entera, el arte es liberador. Es lo que permite que la vida sea posible en este mundo. Por ello echamos mano de la poesía que brota cuando estamos enamorados. Sola sin más. Por ello los poetas cantan al amor y lloran el desamor. Lo mismo sucede con la música, que transmite lo que un buen artista quiere manifestar solo al oírla. Así sucede con todas las artes, como el dibujo, la pintura, la escultura, etc. Cuando no sabemos que hacer, volquémonos al arte. Elijamos el arte como modo de expresión. Ya que el arte tiene sensibilidad y estimula que nuestra sensibilidad aumente y aprendamos a manifestarla. Por el arte es amor. Y este mundo necesita del amor y las cosas bellas. Todo eso es el arte. Decidamos enriquecer nuestras vidas aprendiendo a manifestar el arte que hay dentro nuestro.

Veremos como se libera nuestra alma. Y la capacidad de creación única de nuestro ser.
Escribí cuando estás rechiflado
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